domingo, 22 de noviembre de 2009

Combinando ecos

Arte. En términos generales se llama arte a la actividad o producto en los que el hombre logra expresar emociones o ideas, incluso una visión del mundo mediante diversos recursos. En la actualidad este concepto se encuentra sometido a una serie de profundas polémicas debido a una gran variación dependiente de una cultura, movimiento o simplemente, el grupo de personas para las cuales el término es productor de sentido.

Pensar en arte es envolverse a uno mismo bajo el un manto de cuestiones, dudas e interrogaciones. Algo que nace por fuera de lo concreto y real. Un mundo de abstracción que clasifica lo objetivo y subjetivo dentro de diferentes planos y distintas épocas.

Preguntarnos qué es el arte tiende a ser el primer impulso que se nos presenta a la hora de convertirnos en espectadores. Los nervios se cierran en el pecho, una sensación dulce y amarga se centra en lo que puede ser y en lo que es.

El ritual del encuentro: la escena en la que los sentimientos se evocan. Transforman el fluir de la propia existencia. No se limitan a fronteras y al mismo tiempo nada es ajeno. La imaginación florece, transforma realidades. El tiempo no tiene límites ni fin.

Es entonces cuando nuestros conocimientos vacilan y las realidades se vuelven nubes impalpables. ¿Es el arte algo posiblemente definido? A modo lógico, si deseáramos tener un marco de referencia sobre lo que es el arte, probablemente en las enciclopedias o diccionarios encontraríamos una definición como la que se halla al comienzo de este trabajo ¿pero reuniría todas las variantes y condiciones existentes que modifican y hacen al arte en su totalidad?

Quien lo mencione, a grandes rasgos recordará nombres, lugares y obras. Un sin fin de imágenes encontrarán su correspondiente significado unidos como con flecha, a raíz de lo que caracteriza al hombre como “conocedor todo”.

¿No deberíamos tolerar la duda y el compás que marca su propio ritmo? ¿Reconocer que no todo juega entre límites?

Una verdadera obra de arte es aquella que produce un cambio en el observador. Es el umbral o portal a lo desconocido. El ansiado viaje para explicarnos quiénes somos a nosotros mismos o como diría Italo Calvino “una respuesta sobre mí (…) en qué hora está mi vida”. Ambos roles se entrecruzan y se complementan. Una obra no sería tal sin su espectador. El espectador quedaría a mitad de camino bajo la propia indagación de identidad sin la obra.

Nuestra propia ley de seguridad personal, nos obliga a someternos a innumerables medidas de protección. El arte rompe con el hermetismo. Invita al invisible e indomable buscador que habita en cada uno de nosotros a atreverse, a aventurarse en ese maravilloso desconocido. No se es la misma persona luego de exponerse a ella…

¿Sabremos descubrir nuevas formas para combinar sus ecos?

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