martes, 30 de junio de 2009

Crisis, transición, cambio


Desde temprana edad nos vemos envueltos en el enigma de la escritura. A través de ella llegamos a depositar en el papel aquello que se esconde en nuestros rincones más inadvertidos. No es detalle menor la palabra “metamorfosis” en el fragmento que se nos presenta como introducción, ya que la escritura permite este paso de lo interior a lo exterior, de lo privado a lo público. La escritura concede plasmar ideas. En muchos casos se vuelve dificultoso poder hacer el traspaso del mundo inteligible a lo material y sin embargo este desafío es una de las características que la tornan interesante.La actividad de escribir se nos presenta de manera constante en la vida cotidiana. Durante cada uno de los años escolares aparecen los trabajos prácticos con sus conclusiones, los exámenes o simplemente nuestros apuntes de clase. Diferentes tipos de escritos pero escritos al fin.En mi tercer año de colegio secundario, una profesora nos propuso llevar a cabo nuestro primer ensayo de manera grupal. Ante todo exigía originalidad. Teniendo muy en cuenta esta característica en particular, decidimos poner en marcha una investigación en base del espectáculo artístico reconocido de manera internacional: Fuerza Bruta. El intento por sumergirnos en todos los aspectos y orígenes de este show, que aún hoy no encuentra género alguno que permita encuadrarlo, resultó ser tal que inclusive con éxito pudimos entrevista a Gaby Kerpel, uno de sus propulsores junto con Diqui James. Si bien no recuerdo con precisión qué hipótesis presentábamos para llevar a cabo el desarrollo de este ensayo, la información obtenida había sido de gran ayuda. De manera desnivelada por momentos y con gran inspiración otros, llevamos adelante el trabajo que nuestra profesora nos había establecido como consigna. La sensación de satisfacción con el resultado final fue reflejo de un trabajo que permite destacarlo por sobre los demás y a la vez hacer conciente los esfuerzos por mejorar las cuestiones que se deben tener en cuenta a la hora de llevar a cabo la redacción, sobre todo por ser aquél nuestro primer ensayo.A partir del cuarto año, mis compañeros y yo nos enfrentamos ante la decisión de bachilleres. Aquellos que decidimos “Especializado en Letras” sabíamos que contábamos con una materia propia: Producción del Mensaje. Esta consistía en diferentes consignas, una por semana, dadas por el ingenio de nuestra profesora. Abarcaba desde textos fantásticos a poemas, poesías o ensayos. De manera progresiva nuestros pensamientos, ideales e incluso sentimientos se veían expuestos en las hojas. El reto sin embargo, era poder leer en voz alta aquello que escribíamos; enfrentar las miradas y las críticas que permitían dar pasos hacia delante, hacia aquella metamorfosis. Una vez que fuimos adquiriendo la valentía suficiente para mostrarnos a través de nuestros escritos, la profesora propuso llevar este proceso a un paso mayor. Algunos con entusiasmo, aunque por momentos con miedo emprendimos nuestra primera revista literaria llamada: Metamorfénix, de la cual proviene el fragmento introductorio de esta autobiografía. En ella depositamos una selección de textos propios tanto como grupales. Su nombre, resultado del impacto causado por La Metamorfosis, texto de Franz Kafka, y el resurgir del fénix en connotación al producto de la escritura. El “volver a nacer” a medida que escribimos.La misma materia nos esperaba en quinto año, con nuevas consignas a responder. Temas específicos como la infancia, el transcurso del tiempo se hacía presentes, dado que nos encontrábamos en nuestro último año secundario y parecían surgir en todas las conversaciones como algo elemental a destacar. Ya con un poco más de práctica en la materia nos proponíamos estar “del otro lado”; vernos desde afuera. Ver nuestros progresos, nuestros pasos. Tal fue así que nuestra segunda creación literaria fue llamada: Del otro lado. Lo inusual en ella fue que poseía dos caras y ninguna contratapa. Dos prólogos y ningún epílogo. Es decir, en mitad de la revista Del otro lado, comenzaban a aparecer una serie de textos tales como rimas, poesías, trabalenguas, productos de consignas libres. Esta segunda parte fue denominada: La revista absurda y amoral. Para nosotros fue el descargo de emociones. Una dosis combinada entre alegría y nostalgia.

“El momento justo, aunque a veces tarde, llega y en ese instante acertado se revelan los enigmas de la propia identidad. Y vamos rayando, vamos evocando, vamos indagando. Y todo suma. Definir. Hacer. Y todo sigue. Al decirnos respiramos un aire alentador; el alivio de haber podido transmitir lo que queríamos. Crecemos, morimos y volvemos a vivir. Renace nuestra esencia, que se despoja de las sombras y encuentra su ansiada libertad.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario